Apenas llegué a Nueva York, el 8 de diciembre de 1980, me sentí en un trip, todavía aturdida por el viaje y mate bajo aquellos rascacielos.
La familia de amigos que me habría hospedado en aquella casa de Central Park West tiene que haber tenido la impresión que hubieran depositado en casa una bomba, no un huésped. Llegué, olvidé una maleta al aeropuerto, por lo tanto había llamado por teléfono a un amigo, salida de nuevo... , vuelta...
Toca el teléfono: es una amiga de familia, que habita pocas manzanas... y està trastornada, (y por qué llama por teléfono justo allí?) para decir que se hiba a comprar los cigarrillos y... han disparado justo ahora... le han disparado a John Lennon.
A Roma, no sè porque, entre dos mil discos rock había tomado Double Fantasy, el LP de John y Yoko salido de pocos días... quise llevarlo a Nueva York, pero mi racionalidad me lo impedio... ¿Por qué uno debería partir con un disco en la maleta?
Y ahora estuve allí, en Nueva York, pasmada: descubrí de ser a 700-800 metros de la casa de Lennon y... fue toda una absurdidad, y no fue de seguro culpa del jet lag.
He llamado a los amigos con los que partí, los chicos del Skyriders Productions, con cuyo de allí a pocos días habría empezado a trabajar al programa en honor de Lennon, realizado por la Tercera Red RAI, We Love You John *, pero, aquel día, a casa Lennon yo no tenía que ir. No fue aquel el punto.
Me sentí llamada allí ... y no supe por qué.
Aquella dolorosa vecindad reforzó mi simpatía para el artista, por su indomable inquietud, que fue también quizás la mía, su historia, sus desengaños, las desesperaciones, la búsqueda, la violencia contra si mismo, los odios-amores y aquella muerte que, en alguna manera, fui llamada a contar. Pero no lo habría hecho: más que la muerte, en el filmado intentaba contar el lado alegre e inconformista, lírico y filosófico.
Nada política, no polémicas, y tampoco rabia para aquella desaparición tan prematura. Cogersela con la mano de quien disparó significó confundir la parte por el todo...
No fue al azar que John se casó Yoko Ono. Lennon se hubo muy se acercado al pensamiento oriental. De su mujer dijo que fue su Don Juan, los lectores de Carlos Castaneda lo conocen bien, el maestro que toma mil aspectos, mil rostros y funciones a según de los casos, y suple de espejo al discípulo.
El pensamiento, la filosofía y la espiritualidad oriental le ofrecieron inspiración por muchos textos suyos.
La ley del Karma, por ejemplo: cada acción pone de ello en marcha otras, el nuestro hacer puerta otra manera... nuestra vida es el resultado de tantas otras vidas y por lo tanto lo que sucede puede venir de muy lejano, ser consecuencia o pago de antiguos méritos y culpas... y entonces un buen trabajo por la conciencia es que el hombre también sepa no hacer, quedar a mirar, porque aquél observar tiene una calidad especial y nutre células preciosas en nosotros.
Aquel pensamiento oriental le hizo apetecer de salir en un cielo más ancho, de respirar una mayor inteligencia, de salir de la rigidez y del provincialismo del pensamiento occidental-europeo-británico de Liverpool (pool=charco!), de penetrar en zonas más profundas del espíritu, las que trató de explorar con las drogas.... intuyendo completamente la mágica unidad, sin luego lograr conservar de ello la fragancia, perdido como se halló frente mucha disonancia, hipocresía, guerra, que la imagen del mundo le proyectó.
Fue un crío sin madre, corrido sobre de la tía. La madre Giulia, de los ojos de concha y de las sonrisas de viento, murió joven en un accidente de tráfico. El padre, un comerciante marinero, se separó bien pronto de la mujer. La falta de una trabazón familiar le creó en él una necesidad de amor, una cuyo pregunta buscará por toda la vida de dar respuestas.
Fue un adolescente loco por el rock'n'roll y por América. A los tiempos de la escuela encontró a Paul, más burgués, algo más encuadrado, mejor que él sobre la guitarra. Del gran, prólifico, amor-odio que ellos ató y que permitió a algo de más grande que expresarse por los Beatles a enteras generaciones, Linda McCartney dirá, con feliz intuición:
John y Paul representaron para la gente a lo revolucionario y el burgués, el progresista y el conservador, pero no fue así, en cada uno de su estuvo en fin presente el otro aspecto.
Sus peleas fueron en realidad el eterno choque entre conformismo y anticonformismo, entre la ortodoxia un poco marisabidilla de Paul y la inquietud de John, que sufrió de no entender, de no saber, de no poder aceptar los mecanismos perversos del poder.
Los Beatles han sido un símbolo tranquilizador, un perfecto Tao. George Harrison y Ringo Starr, un corolario de John y Paul. El verdadero Soñador quizás sólo John.
En su música hay ancho, tradición, experimentación.
La revolución sexual está a la puerta. Las jovencitas son por la primera vez libre de chillar sus represiones a aquellos cuatro soldatino desatados, con las guitarras ensordecedoras, que cantan los sentimientos y la fantasía de una nueva generación. La misma corte de pelo, los mismases uniformes.
Paños demasiado estrechos para John. Demasiados intereses comerciales tras el fenómeno Beatles. Su enorme éxito cubrió de impunidad cada desenfreno del grupo. Fue un nuevo imperialismo británico, que renovó los lujos de la lengua inglesa en el corazón de millones de jóvenes y acumuló esterlinas en las cajas del Estado.
Su imagen fue protegida a cada coste: Beatles = bien. Rolling Stones = suciedades y drogadictos.
Pero no fue así. John se encuentra a ser como un niño consentido que ha combinado de ello otra de las suyas y que añora la de alguien que lo castigue por lo que ha hecho. La impunidad permitida por el éxito de los Beatles le hace mal dentro, lo pone a contacto con la hipocresía del mundo, que ha estado entre los suyos a más grandes enemigos. Le ha hecho dejar los Beatles para poder estar de nuevo libre de experimentar la Verdad, de buscar el sentido de lo que le sucedió y le estalló alrededor y dentro...
El miedo siempre lo acompañará, la ha cantado en cada modo. El miedo ha acompañado una generación que ha hecho plaza limpión de los viejos escenarios y se ha encontrado en territorios desolados, sobre derribos ideológicos, a reconstruir un jardín que pareció indispensable, pero inalcanzable.
Después de los Beatles, John es el artista de vanguardia junto a Yoko, experimenta los medios de comunicación... prueba también a vestir paños políticos, de héroe de la clase obrera, pero le están estrechos también aquéllos. Sus cuerdas mejores siempre han estado aquellos de los valores universales, aquellos simples y eternos: un revolucionario de la vida privada, uno que habla al Mundo, y siente que solucionar de ello los problemas es solucionarle mismo.
América es por él la superación de la visión provincial, el calderón de razas y pensamientos que obliga a una visión más básica, eterna, universal de la vida.
Para conseguir de vivir en Nueva York hizo de todo. Abandonó ciertas frecuentaciones, hizo hasta la parte del bueno niño, después de haber hecho enfadarse la Mamá con todas sus provocaciones anti-norteamericanas. Sintió que vivir en Nueva York fue por él la única posibilidad de experimentar un aspecto de la vida que le fue negado. Aquel asillamado normal: una mujer, un hijo, una casa, ir al cine, al restaurante y hasta ser el Rey padre mientras la Regina madre cura la administración.
De aquellos cinco años de retirada de las escenas musicales han sido dadas por los biógrafos versiones muy contrastantes. Padre modelo, revolucionario rescatado, inconformista arrepentido, líder ideológico abandonista... pero también se ha hablado de persianas enrollable cerradas, de droga, desesperación, confusión, miedo, dolor, todo el repertorio emotivo de que se sintió cíclicamente amenazado de joven, pero de que no tuvo nunca el tiempo de completamente sentir el sabor, aturdido como fue de la adulación del éxito, de los ritmos del trabajo, del desenfreno que el mito Beatles permitió y escondió.
Ahora tuvo tiempo de sentir todo: alegría y dolor, amor y odio... silencio y ruido, pero la cosa importante fue que se esforzó de tomar de ello las distancias, de construir cierta separación, hasta de aquel Yoko que como su salvadora cantó hasta la náusea y al que dijo, en su último álbum, que llegó el momento de recomenzar de nuevo, también separadamente.
Tuvo el tiempo de entender que fue el Sueño a construir el mito Beatles, a poner junto a los músicos, a preparar la escena, a invitar a los espectadores. Un sueño común, todavía inconsciente.
Ahora entra luz en su habitación, entiende de más, ve los nexos.
El Sueño lo ha empujado lejos de la prisión Beatles, por otras prisiones y otras ideas, hasta aquella escena desnuda, sólo a rasgos vibrantes, aquella existencia falso-burguesa, en cuyo John Lennon tendría la libertad de pararse bajo casa a firmar el autógrafo a un hincha, ir al trabajo, volver a casa con la mujer dando una vuelta, mucho para desentumecerse un po'...
Y' un sueño también aquél: poder pertenecer a una normalidad, de cuyo siempre se ha sentido corto fuera.
De pequeño tuvo menos que lo normal; de Beatles demasiado de más: nunca lo justo, pero el contraste él fue dentro de, no fuera. Odió las estrecheces psicológicas, mentales, la pobreza emotiva, pero también la prisión del éxito, su mentirosa lisonja.
Novicio Siddharta, apeteció de vivir buscando y experimentando, esperando y a veces ayunando... del éxito.
John entiende que el único verdadero protagonista es el Sueño. Si Dios es por él la unidad de medida de nuestro dolor, el Sueño es la unidad de medida de la alegría y la realización.
¿Es soñar no soñar durmiendo y tampoco soñar a ojos abiertos, dos acepciones frecuentes en nuestro pensamiento occidental ("El Sueño? Cosa para gente que no tiene que nada mejor hacer... no tiene los problemas que me tengo... cosa de consentidos, ricachos, o artistas locos! ", dice el común sentido común.
No es así. El Sueño es el instrumento con que podemos tomar y manejar nuestro futuro, desteje hoy; comprende el creador y la criatura... pasado y futuro... causa y efecto... verdugo y víctima. El autor del Sueño es omnipotente: puede escribir cualquiera guión, remediar a las equivocaciones y a los errores del pasado, curar de ello los males y adelantar el futuro, determinarlo; ayudar el presente, devolverlo más consciente, más vibrante, más total, más armonioso. Cada uno de nosotros puede ser autor de un sueño personal o común de supervivencia, amor, armonía, paz... efectivamente cada uno de nosotros ya es Autor de un Sueño y, en la medida en que lo es, determina su vida, más o menos conscientemente. Si vivimos en una pesadilla, lo hemos soñado primera, temido, anticipado, evocado.
El pensamiento occidental dice que Lennon ha sido matado por mano de un hincha, evidentemente un po' desequilibrado, que lo quiso demasiado y siempre trató de imitar de ello el estilo, casándose hasta a una mujer japonesa y que, aquella mañana de diciembre, preguntó un autógrafo, en fin esperado que regresara para dispararlo a los hombros... una causa y un efecto.
Al pensamiento occidental parece pasota y absurdo pensar que víctima y verdugo son ambos responsables, que el asesino es llamado al mismo tiempo en escena a la víctima y que no se puede sustraer...
¿John Lennon llamado sobre la escena del sueño de su asesino? No creo. Más potente el sueño de John, más probable que haya sido su Sueño. Las fotos a Central Park con Yoko no dejaron dudosas. Tiene que lo haber cogido el terror, al acercarse Nueva Alegría que deseó. ¿Nueva alegría, nuevo dolor?
Ha soñado, (conscientemente o inconscientemente?) la muerte. Un sueño de éxtasis y caídas, excitación y depresión, culpa y castigo. Excursiones en los paraísos y en los infiernos de la psique y el cuerpo... el deseo de desaparecer, como un crío en los brazos de la madre, en aquel incómodo abrazo mortal que el mundo tributa a sus mitos, estrangulando a veces de ello cada más profunda esencia, obligando de ello la potencia todavía inexplorada sobre binarios obligados, hasta hacer de ello de las representaciones simplificadas: de él o de no, de paz o de guerra, de amor o de odio, de dolor o de alegría, de sombra o de luz.
Hoy nos es indispensable comprender los aparentes contrastes; reemplazar aquel o con uno y: juntar y transcenderle opuestos. Integrarlos en nosotros.
Las sinapsis se hacen cada vez más veloces, las comunicaciones nos ponen todo en contacto... y la gente siente que hace falta saber cosa decir.
Para saberlo, hace falta Soñar. Soñar con Ser. Soñar con el propio Sueño porque, cualquier cosa ya somos, es nuestro Sueño que está haciéndola, creando. Si cambiamos el Sueño cambiamos nuestra Historia y aquel del Mundo. Y' tiempo.
John Lennon ha sido un gran ejemplo humano y artístico de Soñador:
Dirás que soy un Soñador, pero no soy el solista. Espero que un días tú también te unas y que el mundo pueda ponerse unido, una cosa sola... de Imagine
Y' muy probable que, acercándose de nuevo a la Escena, haya advertido una amenaza insostenible de uno suyo eventual nueva exposición, una responsabilidad demasiado grande por aquel cuerpo, aquella mente ya mucho probada.
James Dean, Marilyn Monroe, Jim Morrison, Jimi Hendrix y luego Kurt Cobain y la Princesa Diana. Mitos juveniles, que no logran entrar en una madurez humana y artística. Son pisados y corren hacia la muerte.
Entonces el 8 de diciembre de 1980, a Nueva York, al Dakota Building bajo casa de los Lennon, al rincón con Central Park, no se ha consumido un feroz homicidio, contra una artista todavía tan joven y tan querida pero algo de más complejo.
El verdugo y la víctima se han venido encuentro y han hecho su parte, dolorosa por ambos, como es cada oscuridad en que caemos.
Algún día después, el 14, ha sido organizado en un rincón del parque bajo casa el velatorio en honor de John Lennon. Millares de hincha se han juntado alrededor a una capilla con una foto de Lennon retirada con una Camiseta New York City, como a subrayar que ha sido matado de quien quiso.
Y japoneses, tejanos, neoyorquinos, hincha de cada cara, cada edad, cada estilo, cada raza, agentes FBI, oprimido, oprimidos, deprimidos, homosexuales, jóvenes padres, feministas, pacifistas, rockeros, ex-melenudos, freak.
Gente tan distinta, su público, el mundo.. algo atónito, algo aturdido por aquella muerte como una cosa que cada hubiera matado dentro de si junto a aquel mito... y yo con los otros, a mirarme alrededor, a preguntarme quiénes fueron, porque estuvieron allá, porque también hube yo.
Mi reportaje, tributo al arte y no a la muerte de John Lennon, enseña algunos de aquéllos rostros que John tiene que a menudo haber visto alrededor de si, sobre los escenarios de su vida. Esta vez, en una representación de muerte. Diez minutos de silencio, interrumpidos sólo de los helicópteros que volaron sobre el parque, con los equipos televisivos y la policía.
Diez minutos de no hacer, en perfecto estilo Lennon del último período. Una vez más su Sueño: ¡aquel de no ser más, a pesar de las declaraciones de las últimas horas, (¡Es como recomenzar! ).
El Sueño es obediente; tenemos que saber cosa estamos soñando, o nos matará. Por nuestro inconsciente deseo y por mano de algún verdugo externo.
Podemos soñar con ser más este o más aquél. Lo importante es Soñar con Ser, lo importante es Soñar, apostar a nuestras calidades desconocidas a nosotros mismos.